Reverbs, sintetizadores y demás recursos musicales de la época dorada de géneros como el synth pop, el tecnopop, el new wave, la música disco, o las decenas de refugios estilísticos que los mortales hemos creado para catalogar la música de los ochentas, han estado de vuelta y efectivamente, vuelven a estarlo.
Y no es por falta de base. Son muchos los proyectos musicales que fueron creados en esta etapa dentro del territorio del pop con sintetizadores: ‘Golpes Bajos’, ‘La Mode’ o ‘El Último de la Fila’, entre muchos otros. Música que se ha mantenido, en ocasiones en un segundo plano, entre las guitarras distorsionadas y los golpes de batería de grupos como Los ‘Nikis’ o ‘Gabinete Caligari’. Sin embargo, han echado raíces en el imaginario de una generación, castigada por los excesos y apremiada con un patrimonio musical sin precedentes.

La música de sintes bebe de varios géneros: la influencia de los primeros ritmos house de Chicago y Detroit es innegable, así como la música disco o el funk. Se caracteriza por una estética muy colorista llena de matices: los bajos parecen cobrar vida y en ellos suenan notas más altas, alejándose de estilos más industriales y percutidos como el post punk. Las guitarras acoplan delays y reverbs a su sonido, para lograr un efecto ambiental que parece llenar las canciones o sirven de perfecto ornamento con arreglos muy precisos y sencillos. Las baterías también se reverberan, sobre todo las cajas. Es un periodo para la experimentación, para hacer una síntesis de todo lo descubierto hasta la época. Por ello en una misma canción encontramos guitarras rítmicas, sintetizadores, cajas de ritmos, baterías, efectos vocales….
Hay espacio para la música experimental, como es el caso del conjunto ‘Psychic TV‘ y su polémica líder ‘Genesis P-Orridge’; o ‘Cabaret voltaire‘, con reminiscencias de la dark wave.
Se desarrollaron asimismo, proyectos más sofisticados con melodías angelicales, como los ‘Cocteau Twins‘ con la delicada voz de Liz Frazier. Y por supuesto está muy presente la electrónica, en bandas como ‘New Order‘, que coquetearon con el house y el tecno-pop hasta hacer de estos géneros su marca de la casa. Todo ello mientras ‘Status Quo’ reventaba las listas de ventas en el Reino Unido.

En España hemos decidido aglutinar toda la rica variedad musical de la época, ¡Qué vaya si la hay! En un ambiguo término conocido como La Movida. Es comprensible que en un país como el nuestro, en el que las variedades musicales habían estado muy limitadas para el público general, se utilicen términos como éste para referirse a una etapa de explosión cultural como la que hablamos. Pero dentro de La Movida hay muchas Movidas.
En las salas de de cine de arte y ensayo se podía ver ‘Arrebato’. Proyectos musicales industriales y vanguardistas como ‘Aviador Dro‘ compartían escena con grupos canallas y rockeros como ‘Burning‘. Los rockers y mods se dejaban ver en la puerta de la Rock-Ola al más puro estilo Quadrophenia. Tachuelas, trajes, vespas y bultacos se agolpaban en torno al metro de Tribunal. Eran tiempos de cambio, muchos vivieron esa época, sin embargo, pertenecer a esta movida y vivir para contarlo es suerte de pocos.
Por su parte, la ‘Galicia Caníbal’ emergía de lo más profundo de la Ría de Vigo para ofrecernos conjuntos como ‘Siniestro Total’ u ‘Os Resentidos’. Es preciso hacer una especial mención a ‘Golpes Bajos’, que seguramente lideren el altar musical gallego de los ochentas. De ellos hemos escuchado que son exploradores de sonidos, avanzados a su época o nacidos en el lugar equivocado…. ¿O tal vez en el correcto? ¿Qué sería de los de Vigo sin las referencias a la Galicia profunda, a la santa compaña, al terror milenarista?
Luis García golpeaba su bajo haciendo sonar esos maravillosos slaps que salpican los temas de forma prodigiosa. Mientras que Pablo Novoa trataba muy bien a una guitarra con aires funk y exóticos, Teo Cardalda nos avisaba con su piano de los momentos más mleancólicos, como hizo en “Tendré que salir algún día” y con el órgano y el sinte servía las melodías más adecuadas para decorar las canciones. Unos músicos como dirían por ahí “como la copa de un pino” cuya profesionalidad haría levantarse de sus tumbas a la mismísima ‘Blue Note’.
Sería injusto acabar aquí la descripción, y es que no podemos obviar sus letras, unas letras que saben reproducir de forma exquisita la decadencia de la época, a manos del maestro Germán, una de estas figuras que no han pasado al olvido pese a los años; pero que sin duda es bueno hablar de ellos para recordar a los amantes de la música lo que se le debe.
Tiene una genuina lírica a la que cuesta encontrar el tranquilo para el oído desacostumbrado. Muchos logramos encontrarnos en su ímpetu expresivo, ya que en las letras del maestro no sólo hay palabras, también hay expresión que galopa entre la onomatopeya y el grito mudo.
Beben de la abstracción de conceptos, pero sin pretensiones y se dejan influenciar de los estilos y estética de su época: hombreras, cardados, estampados en leopardo, tupés y calcetines de colores. Muchos los comparan a los ‘Cure’, o a ‘Joy Division’, creo que la comparación es absurda, ya que en los ‘Golpes Bajos’ encontramos un aire sinvergüenza que se aleja del goticismo adolescente de los grupos mentados.
Me veo obligado a hacer una reseña especial a los “Niños del Brasil”, una peculiar formación de pop de teclado, pero con un toque gótico. Para que me entendáis, es como si juntásemos a ‘Héroes del silencio’ y a ‘Alaska’. Los zaragozanos tuvieron una prolífica carrera musical, con seis discos publicados en el mercado desde mediados de los ochenta a mediados de la siguiente década.
Y puestos a remover el baúl de los recuerdos, estoy seguro de que todos conocéis a Azul y Negro, aunque quizá el nombre en principio no os suene. Aunque si os digo “Me estoy volviendo loco, poco a poco, poco a poco” quizás os suene más…
Han pasado más de 30 años desde entonces, sin embargo la semilla de los ochentas sigue germinando el panorama musical allá por donde pasa. Proyectos como el de los donostiarras ‘Family‘ aportaron su granito de arena al pop de sintetizadores a principios de los 90’s o Nacho Canut, que lleva aporreando su Korg Krome desde hace más de 20 años.
En los últimos años estamos viviendo un ‘revival’ ochentero muy interesante y justificado, ya que nuestra generación se crió con todas estas canciones, por así decirlo, se encuentran en lo más profundo de nuestro subconsciente, aunque sea de oírselas a nuestros padres, por lo que tiene sentido que los jóvenes de nuestra época vuelvan a estos sonidos. Además cuentan con un aliciente nostálgico que hace que no nos cansemos de esa dichosa década.
Hoy por hoy es preciso hablar de proyectos como el de Gerard Alegre a.k.a. ‘El último vecino‘. La verdad es que este proyecto me ha gradado mucho, al ser capaz de recuperar un sonido que creía perdido hoy en día en nuestro país: los bajos melódicos con líneas continuas, guitarras agudas que aportan melodías ornamentales, las grabaciones en casette, el lo-fi. Abstracción en las letras y vuelta a los aullidos ochenteros que retumban en el estéreo como lo solía hacer antaño. Versiones de temas de ‘La Mode‘, como el enérgico ‘Eterno femenino’; o espacio para recordar a ‘Los Burros‘ (con un jovencísimo Manolo García) y su oscuro tema ‘Moscas aulladores perros silenciosos’. Una vuelta a los flequillos, a los vaqueros de cintura alta y las camisas estampadas, pero logrado con acierto, ya que son muchos los que lo intentan y pocos los que lo consiguen.

‘Extraperlo‘ supone otro de esos proyectos que desde hace unos años se han asentado en el rincón de los trastos viejos. Atmósferas disco y profundamente ochenteras, estribillos pegadizos que huelen a naftalina, pero que lejos de aburrir llenan de energía y melancolía (de la buena). Todo esto se puede encontrar en ‘Chill, Aquí’ su último álbum, editado por CANADA. Comparte etiqueta con ‘El último vecino’, aunque la inspiración es distinta. Mientras que ‘El último vecino’ se trata de un proyecto personal, en ‘Extraperlo’ se aprecia la identidad de colectivo.

‘La Bien Querida‘ es el ejemplo perfecto para ilustrar esos bajos de los ochentas que Peter Hook (bajista de New Order) supo hacer brillar como si se tratasen de guitarras. Son dignos herederos del neo-romanticismo de la época al más puro estilo ‘Alphaville‘. Una voz femenina con letras naive, acompañados de recursos electrónicos que recuerdan un poco a ‘Electric Youth‘.

‘Grises‘ también han dado un paso dentro del synth pop nacional, con aires más comerciales y mucho más enérgico que el anterior proyecto. Un proyecto que no encaja en ninguna etiqueta, ya que oscilan de ritmos power pop a sonidos tropicales, mediante la utilización acertada de sintetizadores y guitarras y mucha, mucha energía.

El futuro de este género, se encuentra bien asegurado y pasa por la experimentación y por la fusión de estilos. Ejemplo de esto es el artista canario ‘El Guincho‘. Este tipo da para un hacer un monográfico, ya que se encuentra detrás de uno de los proyectos electrónicos (por llamarlo de alguna forma) más excéntricos, acertados y futuristas del momento. Logrado gracias a la mezcla de géneros como el R&B, el reggaeton, el propio synth pop, tendencias hip-hop, enfin…. Todo un placer para los oídos escuchar su último trabajo, ‘Hiperasia’,
Un trabajo muy arriesgado, que todos aquellos que dejamos pasar nuestros días entre pequeñas piezas sonoras de tres minutos, agradecemos y mucho.
Autor: Alberto Román
…’Nacho Canut, que lleva aporreando su Korg Krome desde hace más de 20 años’…
Algo imposible, ya que el Korg Krome data de 2012
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