Autor: Aitor Martínez
Pequeño preludio
Tengo muchas ideas sobre las que quiero escribir. Tengo tantas intuiciones que me vienen de diferentes lados, todos abigarrados, que no sé por dónde empezar. Quiero escribir sobre construir comunidad, la importancia que puede tener esto en el mundo globalizado, una defensa de la idea de patria en términos constructivistas, como algo que se opone a la discurso globalizante de »todos somos iguales» y como esta idea se malentiende terminando siendo una justificación para políticas que atentan directamente a identidades locales y cómo, además, la defensa de estas identidades locales son vistas como ideas irracionales, segregacionistas y parte del pasado. Sinceramente, no sé si tienen razón y yo soy un imbécil trasnochado. Pero en mi intento de justificarme voy a ir poco a poco. No voy hablaros del bosque (como acabo de hacerlo en este párrafo), sino de los árboles (como pretendo a continuación). Esto va a ser lento y no sé si llegará a buen puerto o si quiera llegará porque no tengo hoja de ruta (tengo la sensación de que esto puede terminar siendo de un tipo contanto sus anecdotas mientas las pseudointelectualiza. El destino de mi generación: ser el abuelo cebolleta explicando muy mal a Hegel). Pero bueno yo qué sé. Comenzaré hablando del euskara desde mi perspectiva: esto significa que muchas de mis opiniones sean provenientes de mis sensaciones y no de nada »objetivo». Os voy a hablar como vasco, de familia materna extremeña, de gipuzkoa, que ha vivido siempre en euskara y que no tiene nada que ver con alguien del centro de Bilbao (aqui ya comienza un dato no objetivo porque juzgo sin comprobarlo que en el centro de Bilbao nadie habla en euskara) con el que solo me identificaría el ser del Athletic. Lo que quiero decir es que voy a ser todo lo formal posible dentro del carácter principalmente informal del texto.
El objetivo y el valor del texto creo que es la de que quiero comunicar a alguien que no vive en Euskal Herria la situacion del euskara desde una subjetividad de tantas, en qué afecta eso en su identidad política/cultural y en las posibles similaridades que se pueden encontrar con el gallego.
«Si habla en euskara batua, suele hablar en castellano»
Me dijeron que »orballo» en gallego sería el equivalente a »xirimiri» en euskara por lo que así se titula la sección. Partimos ya con un error en el intento de representar neutralmente a la población vasca en su conjunto puesto que en otras zonas se dice»sirimiri» y en otras »txiribiri». Creo que oficialmente se escribe »siri-miri» pero me resulta tan extraño que no puedo titularlo así. Sucede eso con el euskara batua (significa »euskara unificado»): es el euskara en la que hemos aprendido a escribir pero no la que se habla. Miento: hay zonas en las que se habla euskara batua: en las ciudades*: en esos mismos lugares donde cuando voy a un bar me sale preguntar directamente en castellano en vez de en euskara (siendo esto un error mío) por no querer encontrarme en la ya clásica tesitura de tener que volver a repetirlo en castellano. Para evitar esa posibilidad donde se da el momento incómodo en el que el camarero te mira y te dice «¿perdona?» cuando enuncias «kafesne bat mesedez» («un café con leche por favor»).
El euskara batua se hace artifical al oído para alguien que no es de ciudad. Es el idioma burocrático y el oficial, del que tenemos contacto en carteles en la zona pública o en las hojas de instrucciones; hojas de instrucciones que, por muy vascófono que sea, no puedo leérmelas en euskara porque me resulta como tragarme un polvorón de golpe (esto ultimo no es un recurso cómico). Podría terminar de entenderlo pero no va a ser una lectura ligera. Es una sensación extraña que no sé si alguien que no sea bilingüe lo podría entender del todo, o en caso de entenderlo tampoco terminaría de empatizar con la situación por completo porque, joder, qué más da: al fin y al cabo las has leído en castellano y lo que tú querías era saber cuando no tomar el ibupofreno. Ante ese argumento ya no tengo nada que decir porque tampoco voy a sacar a ondear la ikurriña en un contexto minúsculo y cotidiano. Sería una reacción desproporcionada; y es justamente este tipo de problemas que tienen la propiedad de manifestarse solamente, aunque sistemáticamente (por eso son problemas), en pequeños contextos cotidianos los que son los más difíciles de abordar o de defender. No me voy a parar a hablar sobre la identidad vasca cuando me veo obligado a pedir el café en castellano, tampoco nos volvamos locos. «Pero a veces dan ganas». «Pero tampoco es para tanto». No sé.

»Frente» al euskara batua tenemos los euskalkis. En la actualidad están clasificados en 5 euskalkis y van desde el noroeste de Euskadi hasta el noreste cruzando un poco la frontera con Francia. Los euskalkis serian los dialectos del euskara que a la vez tienen sub-euskalkis que tratarían más de hablas de pueblos y sus alrededores. »Dialecto» tiene un matiz que es la de que parece que esos euskalkis surgen derivados de una euskara madre pero, e imagino que sucede en casi todas las lenguas, es el euskara batua (surgido oficialmente en 1968), el normativo, el que es un derivado de estas. A esto se le añade que las diferencias entre los euskalkis suelen ser notables. A mi, como alguien que habla gipuzkera, me costaría entender el zuberera, el euskara que se habla en Zuberoa, en Francia (que prácticamente, dada la centralización en Francia, le quedan unos años de vida. Por lo menos, a diferencia del euskara de Álava, está vivo). Lo reconozco como euskara pero me cuesta un esfuerzo entenderlo. Tampoco tengo que irme demasiado lejos porque las diferencias ya son, a mi parecer, potentes a corta distancia. Como solo conozco el caso del euskara no sé hasta qué punto esto es señalable o si es un fenómeno muy común. La única referencia externa que tengo es Andalucía, en el que he vivido 5 años, donde hay acentos diferentes, pero no llega al punto de no poder entenderse entre ellos a no ser que sean pueblos muy cerrados**; pero, en la medida de lo que he conocido como extranjero, uno de Huelva se comunica perfectamente con alguien de Almería. O incluso en el castellano: no me suelo encontrar casi ninguna complicación, a diferencia de alguien que hablara otro euskalki, cuando hablo con alguien de america latina.
Estos párrafos han sido la puesta en escena. Al punto al que quiero dirigirme es el siguiente: el euskara batua lo entiendo perfectamente, el zuberera no y al mismo tiempo, el euskara batua me causa un rechazo que el zuberera no. ¿Por qué me sucede esto?
La respuesta es simple. El euskara batua me parece una lengua que no tiene vida propia, que no se asocia a un lugar, a unos tópicos, a una de manera de expresarse típicas de un lugar. Los euskalkis, aunque se me hagan difíciles de entender, las percibo como la idiosincrasia de un lugar, parte fundamental de la vida (que se dice pronto) de alguien. Los euskalkis no me las encuentro, por lo menos en su máxima expresión, en las series de televisión de la EITB, en paneles de publicidad, en las instrucciones, en los políticos cuando hablan, en las ciudades, en las personas que están hablando todo el rato en castellano y en un contexto determinado tienen que hablar en euskera… los euskalkis me los suelo encontrar cuando se entrevista a un futbolista de un pueblo de euskadi, cuando voy a un pueblo, cuando me expreso en mi vida diaria (donde entra toda la gama de emociones que un ser humano puede tener)… es una cuestión de asociaciones. Te encuentras el euskara batua en los contextos más lejanos de tu vida »inmediata» y en las que se te hacen más ajenas, como las instituciones: esos lugares poblados por gente que te habla como la gente de la tele. En mi kuadrilla se da un fenómeno que ilustra lo que quiero decir: cuando queremos hablar de coña, que lo que digamos no se tome en serio, pasamos a hablar en batua. No solo eso, sino que añadimos algo aun más significativo que el paso al batua: la hablamos torpemente, con una expresividad básica. Asociamos el batua a gente que no suele hablar en euskara.. Es como si un ingles imitará a los extranjeros hablando un ingles de primaria o algo parecido a nosotros hablando con acento ingles preguntando sobre x monumento de la ciudad. Aquí, por tanto, hay una tensión. Me gustaría que parte de mi identidad no muriera, que pudiera ejercerla en el futuro. Pero está enclaustrado. La literatura es en euskara batua, la música suele ser en euskara batua… y es que es horrible. No puedo tomarme en serio alguien hablando de temas personales de forma poética si no esta utilizando el euskara con la que se ha relacionado toda su vida. Un experimento mental sería la siguiente: imaginaros que por alguna razón el acento andaluz fuese la manera normativa de hablar y que un conocido vuestro hiciera una canción romántica cantándola con acento andaluz. ¿No se os haría extraño?¿Como la mezcla entre lo más íntimo y lo más institucional? (en este experimento mental tendríamos que disociar, en la medida de lo posible, el acento andaluz de sus tópicos). Pero es impracticable que se traduzcan los libros a los 5 euskalkis si ya en euskara batua es un negocio duro.
Saioa Alkaiza publicó en Febrero un artículo de opinión en euskara titulado »Nosotros, los vascos de plástico». En ese artículo recorre los tópicos que acabo de mencionar desde el otro lado.Comenta que ella no habla ese euskara que »tiene vida», que las series de la EITB no se le hacenajenas, cuando lee las conversaciones en literatura vasca no se le hace raro, etc… y a la vez, comenta que cómo se debe de sentir una persona que, como ella, vive en ese euskara, es bertsolari e incluso trabaja en la radio hablando en euskara cuando aparece un tipo como yo diciendo lo que digo. ¿No es más fácil que empezar a aprender un euskalki pase directamente al castellano? Pues tiene razón.
Pero yo no puedo ahora negar todo lo que he dicho. No puedo evitarlo. ¿Qué hacemos? Supongo que la zona de trabajo está en las ya mencionadas asociaciones, que es casi como trabajar en el inconsciente. Y no sé cómo. Supongo que una manera de empezar sería que los euskalkis fuesen más visibles y conocidos. Sería un primer gran paso hacia esa utopía de una comunidad culturalmente fuerte donde las identidades no peligran en su mismo regazo.
*: Técnicamente, el euskara batua solo se utiliza en Gasteiz. En Bilbo sería bizkaiera y en Donosti Gipuzkera. Aun así no creo que se pierda el punto principal puesto que en las ciudades te sueles encontrar un euskalki (que más adelante ne el texto explico qué es) más »batuizado».
**:Como mera curiosidad: sí hay un acento de un pueblo andaluz que conocí difícil de enteder para el resto que es el pueblo de Motril que es el único dialécto en Europa donde se utilizan sonidos glotales (provenientes de la garganta) y del que se dice que Unamuno dijo «llegué de noche, lloviendo y sin conocer el idioma». Hay un video en youtube que se titula »Pillando Purpos I» donde se dobla de coña una escena famosa de Pulp Fiction con acento Motrileño. El video ofrece la posibilidad de verlo con subtitulos al castellano .