Todos somos cicatrices y heridas en este teatro al que llaman vida.
Escenificamos papeles improvisados alternando escenarios
Repartiéndonos guiones sorteados, seleccionados por el azar marcado que el destino ha cruzado.
Extendiendo las heridas a quienes hayan o no apostado y de cualquier manera, se han acabado cortando.
Algunas veces cortamos dejando heridas en otros,
otras sangramos por las heridas que el resto corta.
Endureciendo el molde más mullido de cada alma
En una sociedad desalmada.
Intento evitar seguir al rebaño degradado, a pesar de mis cortes con achazos.
Entierro el arma de guerra, junto con los guiones que no señalaban «son de paz»
Asumo el juego basado en cortar y cicatrizar,
Decido dejar ya de coserme viejas heridas, y comienzo a tomar decisiones
Prefiero dejar huella o dejar marchar.
Se de la gran dificultad de dejar de sangrar y hacer desangrar a los demás, el cual es
debido al sentimiento humano que lidia con nuestros aspectos deshumanizados.
Y me conciencio de la inconsciencia que significa jugar a matar, en la obra que escenifican todos los teatros.
Autora: Antía Pérez Vázquez.
Fotografía: David Novoa.